Hola a todos vosotros.
¿Cómo estáis? Juan, el administrador del blog, me ha cedido amablemente su puesto para que yo pueda contar mi historia.
Seguramente, mucho de vosotros me conocéis. En mis 150 años de vida, no he cambiado nada. No me he movido del sitio donde estoy.
Me habéis visto los que vais camino del instituto. O los que vais en coche. Los que vais en bici paseando por el campo. Vosotros os movéis. Mientras, yo permanezco quieta.
Me habéis visto siempre sola, pero hubo un tiempo en el que no estuve sola. Tenía otras dos compañeras, que eran como unas hermanas para mí. Una era
La Cuadrada. La otra era
La Cónica.
Por desgracia, ninguna de las dos está ya conmigo.
Fueron derruidas en la época de la crisis minera, allá por los años 1920.
Desde donde estoy yo, podéis ver al fondo el Monte del Sancti Spiritus. Su mineral tenía forma cónica y fue extraído de allí, dejando, como podéis ver, sólo relleno.
Antes, yo no estaba aquí. La Unión, como tal, no existía. Y, mucho antes de ser minera y flamenca, eran cuatro pedanías que se dedicaban a la agricultura y a la ganadería. Todo lo que podéis ver cuando venís por la carretera general era antes un lugar donde se sacaba a pastar al ganado, ya que había aquí muchas hierbas para que las vacas pudieran comer. Todo eso se acabó con el boom de la minería.
Desde donde yo estoy, se pueden ver muchas cosas.
Os voy a contar una cosa muy curiosa. Si os habéis fijado bien, tanto si vais en coche como si vais caminando, si pasáis cerca de donde yo estoy, vuestros relojes se paran o no tienen tanta fuerza. Hay un gran magnetismo a 800 metros de mí, en la carretera que va en dirección al Llano, y más concretamente en El Descargador. Hasta aquí llegan algunas ondas sin importancia. Pero las ondas más fuertes se concentran en El Descargador. También causa un gran efecto en las radios de los coches. Si vais en coche con la radio puesta por la carretera que va al Llano, oiréis unas interferencias durante unos instantes. Hasta que me dejáis atrás.
No paseéis nunca por ese sitio cuando haya tormenta eléctrica, porque esos suelos están imantados y atraen al rayo.
Puede ser que alguien piense que estoy exagerando. Pero, a mis 150 años, he visto de todo, así que os aconsejo que hagáis la prueba de ir por esa zona en plena tormenta eléctrica. Es un consejo que os doy como amiga.
Se hicieron allí pruebas de radares en un radio de 30 kilómetros a la redonda y que se vieron interferidas por el suelo imantado. Algo así como una especie de escudo anti-misiles, inventado por la Madre Naturaleza mucho antes de que se les ocurriera a los americanos hacer eso.
Cada vez que paséis por la carretera general, mirad hacia el lugar donde está una chimenea sola. Ésa soy yo. Y ésta es mi historia.
Hasta pronto, amigos.
Gracias por escucharme.
Chimenea de la Fundición Heredia, la protagonista de esta entrada.